viernes, 15 de junio de 2012

Estafa virtual cometida en San Salvador fue abortada en Concordia

La empleada de un reconocido Estudio Contable de la ciudad de San Salvador, Graciela de 36 años, fue víctima de una “estafa telefónica”. La mujer recibió un llamado, alrededor de las 9 horas de este jueves, advirtiéndole que tenían secuestrado a su jefe – Jorge- y que dependía de ella la vida del contador. 
De esta manera, la empleada cumple con todo lo indicado por los supuestos secuestradores hasta llegar a la ciudad de Concordia para realizar unas transacciones que en su localidad no podía realizar. Antes de partir, la mujer se encuentra con una amiga a la que le cuenta la situación que estaba viviendo, aunque le advirtió que no podía contarle a nadie. La amiga hace caso omiso a la advertencia y decide informar a la policía de San Salvador sobre lo sucedido. Es así que la vecina Jefatura pone en conocimiento del hecho al Jefe del Comando Radioeléctrico local, Comisario Rubén Vittori, quien asiste al hotel donde se encontraba hospedada la mujer, para advertirle que estaba siendo víctima de una estafa telefónica y que todo era una farsa. 
Según el relato de la víctima, una voz masculina le hace saber que Jorge (su jefe) había tenido un terrible accidente y que era voluntad del propio empleador no enterar a la familia y confiarle este acontecimiento sólo a su “fiel” empleada, para que pudiera manejar las cosas. Luego le indican que se encierre en el escritorio privado del contador que querían comunicarle “algo”.   En ese momento, recibe la noticia de que tenían secuestrado a Jorge, advirtiéndole: “de vos depende su vida si no haces lo que yo te digo”, le dijeron los supuestos secuestradores.   
A partir de allí, Graciela escuchó con muchísima atención las órdenes le impartían: “Juntá toda la plata que tenés en la caja, salí del estudio, comprá un celular liberado, pasame el número y apagá el tuyo o lo mato a Jorge”, le indicaron. Sin dudar un instante, la mujer agarró el dinero que tenía y  salió por las calles de San Salvador en busca de un celular. Una vez comprado el mismo e informado el “secuestrador”, apagó su línea personal y continuó con la odisea.
En principio, la empleada contable debía  depositar todo el dinero en una cuenta, pero debido a una caída en el sistema ningún banco o negocio de la ciudad podía efectuar esa transacción. Ante esta situación, el supuesto secuestrador le ordenó a la víctima que se tome un remís, que viaje a Concordia, se aloje en un hotel céntrico y que esperara más directivas.
 La mujer cumplió lo que estaba escuchando, pero antes de tomar el remís se encontró con una amiga de la infancia (Sandra) a quién se animó a comentarle algo de lo que estaba pasando. Tras el relato de su amiga, Sandra decidió concurrir a la Jefatura de Policía de la ciudad de San Salvador y cuenta la situación por la que estaba atravesando Graciela.
Por su parte, la secretaria llegó a Concordia, se alojó en un hotel. Después de ello, le indicaron depositar en el correo una suma de dinero y otra de menor cuantía en una Agencia ubicada en calle Entre Ríos de esta ciudad.
Cuando esto estaba sucediendo, Sandra concurre a la Jefatura de Policía de la ciudad de San Salvador y cuenta la odisea que atravesaba su gran amiga. Simultáneamente, la vecina Jefatura pone en conocimiento del hecho al Jefe del Comando Radioeléctrico local, Comisario Rubén Vittori, quien personalmente concurre al hotel donde supuestamente estaría alojada Graciela, corroborando que efectivamente estaba registrada como “pasajera” pero no se hallaba en el interior sino que logra interceptarla (muñido de las características físicas de Graciela) al momento mismo que descendía del remis a pocos metros del pórtico hotelero.
Su primera expresión fue textual: “No se acerque a mi, esto es de vida o muerte”. Pero valido de la experiencia, y con la certeza de que Jorge estaba dando clases en la Facultad de Concepción del Uruguay, el oficial la abrazó y le explicó que estaba siendo víctima de una estafa telefónica y que todo era una farsa pergeñada por inauditos delincuentes.
Presa de una crisis de llanto, Graciela fue acompañada hasta esta Jefatura de Policía donde fue inmediatamente contenida por personal policial femenino, y comunicada con sus familiares que la buscaban intensamente por todas partes. En concreto se aborto la estafa impidiendo que continúe una importante erogación de dinero y sacar del estado de nervios a una víctima que ya había adquirido (por orden del delincuente) y aun tenía consigo, varias tarjetas telefónicas de diversas compañías, cuyos códigos debían ser pasados vía mensajes a los “secuestradores”. Fuente:diarioriouruguay.
 

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